viernes, 3 de septiembre de 2010

Chiste!!! Chiste!!! Cruel por cierto jaja

Con la persistencia que sólo Los MEXICANOS tienen, Cruz se enfrentaba aquella tarde a una entrevista más para intentar conseguir un empleo.
Llegando a la oficina que le indicaron, frente al entrevistador, esto fue lo que sucedió:
-¿Cuál fue su último salario?
- Salario mínimo – responde Cruz.
- Pues me alegra informarle que si usted es contratado por nosotros, su salario será de $70,000 por mes.
- ¿Neta…?
- ¡Por supuesto!. Y dígame, ¿qué carro tiene usted?
- La verdad es que yo tengo un carrito para vender elotes en la calle y una carretilla para transportar escombros…
- Entonces, sepa que si usted viene a trabajar con nosotros, inmediatamente, le daremos un BMW convertible último modelo y un Audi A6 para uso de su esposa, ambos cero kilómetros.
- ¿Neta…?
- ¡Sí señor! ¿Usted viaja con frecuencia al exterior?
- Verá usted, maistro… lo más lejos que yo viajé, fue a XOCHIMILCO a visitar unos parientes.
- Pues si usted trabaja aquí, viajará por lo menos 10 veces por año, con agendas entre París, Londres, Roma, Mónaco, New York, Moscú… entre otros
paíi­ses.
- ¿Neta…?
- Es como le digo, señor Cruz… y le digo máas: ¡el empleo es casi suyo! No puedo confirmarle 100% ahora, porque tengo que cumplir con el requisito de informarle antes a mi Gerente, ¡pero está casi garantizado! Si hasta mañana viernes, a las 12:00 de la noche, usted no ha recibido un telegrama de nuestra empresa cancelando todo el proceso, significa que puede venir a trabajar el lunes a las 8:00 de la mañana…
Cruz salió radiante de la oficina. Ahora era sólo esperar hasta la medianoche del viernes y rezar para que no apareciera ningún maldito telegrama. Al dí­a siguiente todo era optimismo… no podía haber existido un viernes más feliz que aquel. Cruz reunió a toda la familia y les contó las buenas nuevas. Después convoco al barrio entero y les informó que estaba comenzando una taquiza gigante, con música en vivo y bebidas para todos los gustos, a la cual estaban todos invitados. Cuando fueron las 5:00 de la tarde ya se habían consumido varios barriles de cerveza y muchos kilos de maciza. Conforme avanzaba el día, más personas llegaban y la alegría desbordaba.
A las 9:00 de la noche el barrio estaba extasiado y la fiesta herví­a. La banda de música tocaba sin parar en tarimas improvisadas, el pueblo bailaba y comía, mientras la bebida circulaba sin cesar.
A las 10:00 de la noche la mujer de Cruz empezó a preocuparse, pues le parecía que aquello ya era demasiada exageración… pero todo continuaba.
La vecina buenota, la apetecida del barrio, ya comenzaba a bailar desenfadado y a apretarse contra Cruz, haciéndole descarados coqueteos.
La banda seguí­a tocando, el volumen aumentaba, la cerveza corría por litros, el pueblo bailaba desaforado, la carne humeaba en las parrillas y era consumida en cantidades…
A las 11:00 de la noche Cruz ya era el rey del barrio. Las cuentas de gastos, para divertir y para llenar la barriga del pueblo, a esas alturas ya sumaban cifras gigantes… ¡pero todo sería por cuenta del primer salario!
La mujer de Cruz seguí­a medio afligida, medio preocupada, medio celosa, medio resignada, medio alegre, medio boba y medio asustada.
Once horas y cincuenta y tres minutos… y doblando la esquina, al final de la calle, aparece un motociclista vuelto loco, entrando en la calle de la fiesta a toda velocidad y tocando insistentemente el pito de la moto. ¡¡¡Era el cartero!!!
La fiesta paró en 1 segundo… La banda se silenció al unísono… El primo de Cruz se atragantó con una papa… Un borracho eructó… un perro comenzó a aullar… ¡¡¡ Dios mío!!!…. ¿Y ahora quién va a pagar la cuenta de esta fiesta?
“Pobrecito Cruz…” era la frase que la multitud murmuraba y se repetí­an unos a otros. Tiraron unos baldes de agua encima de las parrillas de la carne y hasta los carbones humeantes parecí­an llorar.
Desconectaron los refrigeradores todavía rebosantes de cerveza. Los músicos se bajaron de la tarima. La mujer de Cruz se desmayó cuando la moto del correo paró frente a su casa y preguntó:
- ¿Señor Cruz López Martínez?
- Sí, sí… sí se… sí señor… soy… soy yo…
La multitud no resistió más.
Un ‘Oooohhhh’ apesadumbrado se escuchó por todos los alrededores. Algunos comenzaron a recoger sus cosas para retirarse a sus casas. Las mujeres lloraban abrazadas. Los hombres se daban palmaditas de consuelo en los hombros, los unos a los otros. El mejor amigo de Cruz estrellaba repetidamente su cabeza contra la pared. La vecina buenota se componía la falda y se arreglaba el cabello.
- ¡Telegrama para usted…!
Cruz no lo podí­a creer. Agarró el telegrama con sus manos temblorosas y con los ojos llenos de lágrimas. Irguió la cabeza y miró con valentía y tristeza a toda la multitud que aguardaba expectante.
Un silencio total se apoderó del barrio… Respiró profundo y comenzó a abrir el telegrama. Sus manos temblaban y una lágrima se deslizó, cayendo sobre el pavimento. Miró de nuevo a todos los que hacía minutos lo idolatraban; todo era consternación general. Logró sacar el telegrama del sobre, lo abrió y comenzó a leer. El pueblo aguardaba en silencio y se preguntaba: ¿Y ahora quién va a pagar toda esta cuenta?
Cruz comenzó a leer el telegrama. A medida que lo hacía su rostro cambiaba de expresión y fue quedando muy, muy serio. Terminó su lectura y se quedó abstraído, mirando hacia la nada. Levantó de nuevo el papel y volvió a leerlo. Al final dejó caer los brazos, levantó lentamente la cabeza, sacó el pecho y miró al pueblo que lo esperaba.
Entonces… una sonrisa comenzó a dibujarse lentamente en el rostro de Cruz. En ese momento comenzó a saltar, a aullar de felicidad, brincando como un niño, abrazándose con los que estaban a su lado en la mayor demostración de felicidad vista, mientras gritaba eufórico:
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- ¡¡¡¡Se murió mi mamá………………!!! ¡¡¡Raza, ……………………….. nomás se murió mi amá!!! ¡NO HAY PEDOOOOOOO!

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